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sábado, 12 de diciembre de 2009

Testimonio



Programa de Recuperación de Adicciones
Elder y Hermana Toledo-labarca

Un testimonio.



Hace ya varios años para ser exactos en Octubre de 2002 en la revista Liahona fue publicada esta historia:

-Nos tomó por sorpresa conocer que a la edad de cuarenta años, se estaba gestando en mí un bebe. Agregar asombro, sería quedarse cortos. Considerando la edad y otros factores las complicaciones durante el embarazo obligaron a los médicos a recomendarme reposo absoluto. La bendición del sacerdocio que recibí de parte de mi esposo y otros dos buenos hermanos, me confortó y a través de ella el Señor me prometió que todo iría bien, conforme a mí fe y si hacía lo que me decían los médicos.
Las obligaciones de atender los quehaceres del hogar y mis dos hijitos, convirtieron el reposo en una prueba difícil y dura. Aún con toda la ayuda que recibía de mi amado esposo, no era suficiente, ya que el no podía acortar su jornada de trabajo. No habían pasado muchos días, para cuando las súplicas de nuestras oraciones fueron contestadas.
Gracias a las regulares visitas de los hermanos y hermanas "Maestro Orientadores" y "Maestras Visitantes", pudimos ver que los miembros del barrio entendieron que estaba obligada a limitarme a hacer reposo durante todo el embarazo.
Ya no tuve que preocuparme por las cenas, estas empezaron a llegar con regularidad. Mis buenas hermanas las más cercanas venían por mis hijos, el de tres años se pasaba el día con ellas, hasta la hora en que llegaba mi esposo. Y lo más hermoso que sucedía es que siempre había una hermana joven o adulta que estaba lista para recibir al mayorcito de seis años cuando este regresaba de la escuela, no se iban hasta asegurarse de que todo estaba bien y con sus tareas de la escuela listas para el otro día.
Mis amadas hermanas se turnaban para limpiar la casa y lavar la ropa, que grato sentimiento espiritual se despertaba cuando ya terminando sus tareas de servicio se sentaban alrededor de mi cama para charlar conmigo, y consolarme y animarme.

Antes de dos meses de la fecha anunciada para el nacimiento de nuestro bebe, vinieron las contracciones y prematuramente nació nuestro pequeño y frágil hijo.
La prueba continuaría, nació muy enfermo, los médicos aseguraron que era poco lo que se podía esperar, incluso nos sugirieron que debíamos prepararnos para lo peor, que ante la inminencia de la muerte del niño era mejor hacer los preparativos para su funeral.
Nuevamente el sacerdocio se puso en acción. Se nos autorizo a ver a nuestro hijito, estaba rodeado de cables y tubos en su incubadora, ver su cuerpecito tan pequeño, delicado, endeble y dulce, nos entristeció profundamente. Sin embargo ahí estábamos, aceptando la voluntad del Padre y dispuestos a aceptarlo todo.
Los ojos de mi esposo y los de los hermanos que lo acompañaban se llenaron de lágrimas cuando ungieron y bendijeron a John. Cuanto nos regocijo y llenó de alegría nuestras almas cuando el espíritu de nuestro pequeño hijito respondió a nuestros ruegos hechos con Fe, y su cuerpecito comenzó a luchar por su vida.

Estamos tan agradecidos de nuestros hermanos del barrio, de nuestro obispo, sus consejeros de todos los líderes, de las hermanas de la Sociedad de Socorro, de la presidenta, incluso de hermanas que no las conocía tan íntimamente por ser más jóvenes que yo, todos estaban junto a nosotros.
Porque ahora frente a este nuevo desafío, mi esposo y yo teníamos que pasarnos días y noches en el hospital. Ellos asumieron con más ganas el continuar con sus muchos actos de servicio y amor. No descuidaron otras tareas que tenían, ni menos los deberes y actividades del barrio.

Nuestros benditos hermanos, durante mi embarazo hicieron más de un ayuno y oración, y por John nuestro pequeñito dos veces. Todos amorosa y generosamente se unieron por nosotros.
En cierta oportunidad,pudimos llevar a John a la capilla, autorizados por su médico y todavía dando oxígeno, estábamos sentados cuando se nos acercó una hermana con su hijo de ocho años. Quieta y de manera reverente, preguntó si su hijo podía mirar a John. Tan bellamente nos hizo saber que él había ganado un testimonio del "valor de servir y amar a los demás mediante el ayuno y la oración", y quería ver cómo habían recibido respuesta su fe y sus oraciones.
El pequeño niño en su corta y tierna edad vio a nuestro bebé y lloró; con dulces palabras expreso su alegría, su felicidad por haber ayunado y orado, sin ningún asomo de duda dijo: “Después de todo mira lo que hizo nuestro Padre Celestial”.
Hoy John, nuestro preciado hijo es un joven de diecisiete años de edad, activo y lleno de vitalidad; es un testimonio viviente para los miembros de aquel barrio generoso, y su dedicación a la fe y la caridad no se podrán borrar jamás de mi espíritu y mente.
No existen palabras suficientes que puedan expresar la gratitud que sentimos por ellos, nuestros Hermanos, por Nuestro Jesucristo, por el Espíritu Santo y por nuestro Padre Celestial.

Adaptado de una experiencia real de la hermana Helen Sturdevant, miembro del Barrio
Parkwood, Estaca Oak Hills, Austin, Texas.

La misma historia puede ocurrir una y mil veces. Quizás nosotros, que estamos aprendiendo a caminar en el evangelio, ablandemos nuestros corazones después de leer o escuchar testimonios reales.
El amor del que nos habla nuestro Señor Jesucristo, el que Juan expresa tan maravillosamente nos puede hacer pensar..."Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.,"(1 Juan 4:16.)

Se nos exige que no pongamos condiciones cuando se trata de pensar en nuestros hermanos y hermanas del Barrio. No debe importarnos su condición, gracia, personalidad o nacionalidad "... porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos con los santos, y miembros de la familia de Dios; edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu." (Efesios 2:18-22)

Aquellos que hemos asumido la labor de ser "testigos especiales de Jesucristo" como misioneros, sirviendo en el Programa de Recuperación de Adicciones (PRA),cualesquiera adicción o flaqueza o debilidad , usamos distintos medios para llegar a ustedes, este es uno de ellos. Con todo nuestro corazón la Hermana y el Elder Toledo-labarca deseamos testificarles que esta es la Obra del Señor y que todos nosotros somos parte de ella.